Bendecidos en este día, Señor, por el don de la vida, porque iniciamos esta semana para glorificarte con nuestras acciones, con nuestras labores.
Gracias, Señor, porque nos das la ocasión de poder servir a nuestros hermanos y hacerlo en amor y servicio y porque podemos glorificarte a ti dando testimonio de ese amor tan grande que nos tienes. Gracias, Señor, porque sabemos que el Padre celestial te glorifica a Ti y nos glorifica también a nosotros. Por tu inmenso amor suplicas al Padre por cada uno de nosotros. Gracias por esa protección, por ese auxilio y ante todo por esa presencia tan grande que nos fortalece para poder emprender todas las acciones y cumplir la voluntad del Padre celestial. Volvemos a la realidad de nuestra cotidianidad, pero lo hacemos llenos de esperanza y de fe puesta en ti porque todo lo realizaremos en alegría y felicidad y todo para decirte: ¡Gracias, Señor!
Un muy feliz y santificador martes lleno de optimismo, de fe y de esperanza.
Meditación del papa Francisco
«¿Quién nos separará del amor de Cristo?» Con estas palabras, san Pablo nos habla de la gloria de nuestra fe en Jesús: no sólo resucitó de entre los muertos y ascendió al cielo, sino que nos ha unido a él y nos ha hecho partícipes de su vida eterna. Cristo ha vencido y su victoria es la nuestra.
[…] Con san Pablo, nos dicen que, en la muerte y resurrección de su Hijo, Dios nos ha concedido la victoria más grande de todas. En efecto, «ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor».
La victoria de los mártires, su testimonio del poder del amor de Dios, sigue dando frutos en la Iglesia que sigue creciendo gracias a su sacrificio.
[…] El Evangelio de hoy contiene un mensaje importante para todos nosotros. Jesús pide al Padre que nos consagre en la verdad y nos proteja del mundo.
Es significativo, ante todo, que Jesús pida al Padre que nos consagre y proteja, pero no que nos aparte del mundo. Sabemos que él envía a sus discípulos para que sean fermento de santidad y verdad en el mundo: la sal de la tierra, la luz del mundo. En esto, los mártires nos muestran el camino. (Homilía de S.S. Francisco, 16 de agosto de 2014)