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21-may.-2025, miércoles de la 5.ª semana de Pascua

Ayúdanos a vivir tu vida —como sarmientos vivos adheridos a la vid— y a dar fruto abundante de justicia, amor y paz.

Nuevos rumbos, nuevas esperanzas y deseos de hacer las cosas según tu voluntad, son nuestro pensamiento en este nuevo día que iniciaremos por pura bondad tuya. Que hoy nuestro día sea para amarte y servirte en nuestros hermanos, pero permaneciendo unidos a Ti. 

Nos dices que eres la vid verdadera, nuestra como fuente de vida y de fortaleza. Ayúdanos a vivir tu vida —como sarmientos vivos adheridos a la vid— y a dar fruto abundante de justicia, amor y paz. Que nuestra unión contigo se haga visible en nuestra fraternidad, generosidad y unidad verdaderas, para que estés visiblemente presente entre nosotros. 

Gracias, Señor, por ser la vid de la que podemos alimentarnos con el pan que nutre y vino que unifica, da vida y alegría, para que nosotros vivamos en T, y Tú en nosotros; y demos frutos de unidad y de amor, de solidaridad y servicio. 

Te damos gracias por colmarnos con la savia de tu vida. Queremos seguir viviendo unidos a Ti y con los hermanos, para que en las incertidumbres de la vida sigamos creyendo, esperando y construyendo juntos el reino de fraternidad y de amor. Y cuando caminemos un poco a ciegas en la oscuridad, en días de dificultad y sufrimiento, danos la convicción de nuestra fe y la certeza de que estás siempre con nosotros y con nuestros hermanos. Gracias por permanecer en nosotros y dejar que el Padre celestial nos pode de nuestras desesperanzas e incertidumbres y podamos unidos a Ti dar los frutos que esperas de nosotros. Amén. 

Un muy fructífero miércoles, vivido en unidad y solidaridad. 

LAS PALABRAS DE LOS PAPAS

Deseo exhortaros a tener siempre confianza total en la acción de la gracia divina. (…) Efectivamente, Jesús insiste en que permanezcamos en Él, en permanecer en su amor, en que seamos sarmientos injertados en la Vid, para dar frutos abundantes; Jesús advierte claramente: "Sin mí no podéis hacer' nada" (Jn 15, 5) e invita a orar siempre sin desfallecer jamás (Lc 18, 1). En las varías crisis actuales de las ideas y de las costumbres a veces podemos sentirnos desilusionados y derrotados; sentir como la hora de Getsemaní, la hora de la cruz. Pero debe ser también la hora de la confianza suprema en la "gracia", que actúa de modo invisible, imprevisible, misterioso, precisamente también mediante el tormento de nuestra impotencia humana. Recordemos a san Pablo: "Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, antes le entregó por todos nosotros, ¿cómo «no nos ha de dar con Él todas, las cosas?" (Rom 8, 31-32). Por esto sed siempre y sobre todo almas que oran, que adoran, que aman. Santa Catalina en una de sus oraciones decía: "En tu naturaleza, Deidad eterna, conoceré mi naturaleza". Y se preguntaba: "¿Cuál es mi naturaleza? Es fuego". (san Juan Pablo II - Discurso a las misionarias de la escuela, Castelgandolfo 25 de agosto de 1980)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.