NOVENA AL MILAGROSO NIÑO JESUS DE PRAGA

Oración para todos los días
Dulcísimo Niño Jesús de Praga, esperanza y consuelo de los que acuden a tus plantas para invocar tu ayuda y protección; porque sabemos que socorres con largueza y extiendes tus manos benditas en alivio nuestro, nos atrevemos a dirigirte nuestras plegarias, confiados totalmente en la promesa que hiciste de favorecer a los que te honran.
Míranos, ¡Niño Dulcísimo!, míranos con esa mirada compasiva y muéstrate generoso con nosotros.
Otórganos lo que humildemente te pedimos con esta novena. (Se pide la gracia que se desea). Te lo rogamos, por tu Madre, la Virgen María, refugio de pecadores y desvalidos, a quien nunca has negado sus peticiones.
Hazlo así, Niño Divino y nuestra lengua ensalzará tu nombre bendito, acá en la tierra y allá en el cielo. Amén
DIA PRIMERO
ORIGEN DE LA DEVOCIÓN AL NIÑO JESÚS
Los cristianos siempre hemos tenido gran devoción al Niño Jesús. De esa manera recordamos y celebramos el gran misterio de la encarnación. “El verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros”.
La devoción al Niño Jesús germinó y brotó en una suave ladera del monte Carmelo, en donde el culto a la Santa Infancia de Jesús, se hizo costumbre familiar y hogareña.
A principios del siglo doce, los religiosos carmelitas se extendieron por Tierra Santa y para construir sus monasterios, prefirieron su filial amor a la Virgen y su cariño fraternal al Divino Infante. Hasta los mismos Santos del Carmelo, que por entonces comenzaron a brillar, en gran número, pregonaban su gran afecto a la Santa Infancia del Señor.
Así, San Alberto de Sicilia, año 1250, hizo del Niño Jesús el eje de su vida. Por su ardiente apostolado, el señor lo premió con repetidas visiones del Santo Niño, que alegre se recostaba en sus brazos y en su corazón. Más tarde, los Carmelitas emigraron a Europa, llevando consigo el culto al Niño Dios.
ORACIÓN
¡Bondadosísimo Niño Jesús de Praga! Bendito vuestro corazón amoroso que lleno de bondad para con el hombre prevaricador, determino tomar nuestra frágil naturaleza, encarnándose vuestra majestad infinita en las entrañas purísimas de María a fin de redimirnos de nuestra penosa esclavitud. Os suplico humildemente me enseñéis a apreciar vuestro inmenso cariño para con nosotros, y me otorguéis la gracia que me atrevo a pediros en esta novena.
Pídase ahora con entera confianza lo que se desea conseguir del Niño Jesús de Praga.