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LA CULTURA VOCACIONAL

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El fomento de la cultura vocacional así entendida lleva a que en la Iglesia cada uno sea responsable de la vocación de los demás y no se preocupe solo por su propia…

La cultura de las vocaciones es un eje fundamental de la pastoral vocacional, pues la determina no solo desde el punto de vista cristiano sino también desde el antropológico. De hecho, la cultura vocacional, que no es un producto terminado sino un proceso continuo de creación y socialización, es el modo de vida de una comunidad que deriva de su modo de interpretar la vida y las experiencias vitales y que involucra a sus miembros, de manera personal e interpersonal, en algo que se cree, de lo que todos están convencidos, que genera opciones y compromisos y, así, se convierte en patrimonio común. Si no construimos sobre esa cultura, a la pastoral vocacional le faltarán raíces y, por eso, no producirá frutos de verdad y de vida.

La cultura vocacional tiene en su composición tres claves. La primera de ellas es la teología vocacional (mentalidad), que consiste en un conjunto de principios que dan sentido a la realización de la persona humana en relación con Dios y es el ethos de la comunidad y lo que le da conciencia de colectividad, de identidad compartida. A medida que estas ideas se convierten en convicciones el proceso lleva a la espiritualidad vocacional (sensibilidad), asumida como el conjunto de motivaciones que dan significado e impulso a la realización de la persona humana en relación con Dios, con los hermanos y con la creación; es el paso de la teología a la experiencia personal, individualizadora, al ejercicio de apropiación que de ella hace cada creyente. Para que estas convicciones se vuelvan opciones y desencadenen compromisos es necesaria la pedagogía vocacional (práctica, estilo de vida), entendida como el proceso educativo de la coherencia que permite que la teología y la sensibilidad se traduzcan en gestos consecuentes de la vida diaria. El fomento de la cultura vocacional así entendida lleva a que en la Iglesia cada uno sea responsable de la vocación de los demás y no se preocupe solo por su propia vocación como si esta fuera su propiedad exclusiva, en función de su autorrealización.

 

Tomado de: II Congreso continental latinoamericano de vocaciones. Documento conclusivo

Autor: CELAM

Fecha: 30 de agosto de 2020

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