Pasar al contenido principal

FIESTA DE LA SANTISIMA TRINIDAD – CICLO B (MAYO 30 de 2021)

MONICIÓN DE ENTRADA

Con la más fraternal bienvenida les recibimos en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, para celebrar esta Santa Misa en la Solemnidad de la Santísima Trinidad.

En toda oración cristiana y en toda fiesta nos dirigimos al Dios Uno y Trino; pero hoy es una solemnidad especial dedicada a las tres personas de la Santísima Trinidad. Esto, precisamente, cuando terminamos la Pascua, en la que Dios Trino, con un evidente protagonismo diferenciado nos ha querido comunicar con mayor densidad su vida divina.

Con esta celebración glorifiquemos a la Santísima Trinidad, que le da pleno sentido a nuestra existencia cristiana.

Con mucho gozo iniciamos la celebración de estos misterios. De pie, cantamos…

 

MONICION ÚNICA PARA TODAS LAS LECTURAS

La Palabra de Dios hoy nos habla de las tres personas de la Santísima Trinidad. La primera lectura afirma la unicidad de Dios frente al politeísmo de otros pueblos. En el evangelio Jesús es quien nos permite comprender que ese Dios único es a la vez comunión entre personas al hablarnos del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Pablo nos recuerda, además, que también nosotros vivimos sumergidos en ese misterio trinitario y que es en su seno donde podemos entender y experimentar lo que significa ser hijos de Dios.

Con mucha atención escuchemos esta Santa Palabra.

 

PRIMERA LECTURA

Deuteronomio  4,32-34.39-40

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos? Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre.

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.

 

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos,
porque él lo dijo, y existió,
él lo mandó, y surgió.

 

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.

 

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
 

SEGUNDA LECTURA

Romanos m 8,14-17

Hermanos: Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.

Palabra de Dios.

 

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Mt 28,16-20

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

Palabra del Señor.

 

HOMILIA

Un niño estaba todo ocupado con sus papeles y pinturas y su madre le preguntó: ¿Qué estás dibujando?

A Dios, le contestó su hijo.

Pero no puedes dibujar a Dios. Nadie sabe cómo es Dios.

Pronto lo sabrán, contestó el niño. Cuando haya terminado mi dibujo.

Todos hemos, alguna vez, intentado dibujar a Dios con pinturas, palabras, sueños, imaginaciones…

La Palabra de Dios que proclamamos es una imagen, un dibujo de Dios, un eco de Dios.

La fiesta de la Santísima Trinidad que hoy celebramos es la fiesta del misterio de Dios. La fiesta del Dios siempre más grande, del Dios siempre incomprensible, del Dios uno y trino.

Una vez un predicador estaba hablando de la Trinidad en términos muy complicados y un feligrés se levantó y dijo: " Padre, no entendemos nada de lo que dice."

No están supuestos a entender. Es un misterio, le contestó el cura.

Sin embargo todos queremos entender a través de una palabra, un dibujo, de un eco lejano, sí, saber algo de Dios.

San Pablo nos ha dicho en el saludo inicial "que la gracia del Señor Jesús, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con vosotros".

En este saludo somos bendecidos por el Dios que es Uno y Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

La Santísima Trinidad es lo que Dios es en privado. La Trinidad es la vida secreta de Dios.

Cuando yo me paseo por las calles de la parroquia me pongo a mirar a las ventanas cerradas y pienso en las familias que viven detrás de los cristales. Y me pregunto: ¿cómo es la vida privada de esa familia?

¿Hay amor entre los esposos y los hijos? ¿Hay comunicación? ¿Hay alegría?

Esa es su vida secreta adonde no me es dado entrar. Nadie sabe lo que pasa ahí adentro, a no ser que los gritos sean muy fuertes.

La vida del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo tiene sus secretos, su privacidad. Nosotros preguntamos, ¿qué es Dios? Y decimos bien cuando lo definimos como Amor. Si fuera uno, ¿cómo podría amar? Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es comunidad de amor y comunión de personas en su privacidad. ¿Entienden? Lo que pasa de puertas hacia dentro es su vida, su misterio. Y aún no somos Dios para penetrar en la intimidad de las personas y menos en la intimidad de Dios.

Nosotros nos conocemos en el trato, en la acción, en el encuentro.

Lo mismo pasa con Dios. A Dios lo conocemos gracias a sus manifestaciones, a sus salidas, a sus encuentros con sus hijos, los hombres.

Dios es Padre en su maravillosa creación, en su divina Providencia, en el sol que brilla para buenos y malos, en su amor a todo lo creado y a nosotros todos.

Jesús es Dios en la historia, en la carne, en el sufrimiento. Jesús es Dios hecho imagen visible y palpable, lloró con lágrimas como las mías, amó con un corazón como el mío, trabajó con manos como las mías, y sufrió con un cuerpo como el mío. Jesús es más que el retrato de Dios, es la presencia de Dios entre los hombres.

El Espíritu Santo es Dios guiándonos a la fe, limpiándonos del pecado, dándonos plenitud y salvación, el huésped del corazón.

A Dios lo conocemos por sus manifestaciones, sus salidas, sus encuentros con sus hijos, los hombres. Cuando sale de su piso y baja a la calle, allí lo encuentro y lo veo actuar. Detrás de su ventana es el misterio, lo privado, la Trinidad.

El primer milenio fue el milenio del Padre. Tiempo de dejar los múltiples dioses y descubrir la existencia de un solo Dios.

El segundo milenio fue el milenio de Jesucristo. Tiempo de misión y evangelización por todo el mundo.

El tercer milenio, recién estrenado, tiene que ser el del Espíritu. Tiempo de la unidad entre las naciones y de aprender una sola lengua que nos ayude a superar las divisiones y enfrentamientos.

Todos sabemos lo que es un padre: engendra hijos, los alimenta, los protege, los educa…

Es esposo, trabajador y fanático del Numancia. Es energía desparramada en múltiples direcciones.

Dios es sólo Padre y emplea su poder engendrar hijos para el Reino. No se reserva nada y proyecta su imagen en su Hijo: Jesucristo.

Este Hijo no tiene planes propios, ni carrera ni familia que cuidar. Sólo es Hijo y su preocupación es el Reino del Padre, la voluntad del Padre, el amor del Padre. Y el amor del Padre es tan grande que es otra persona distinta: el Espíritu Santo.

Esta es su vida privada, cada uno se define en su relación con los otros pero todo lo hacen en comunión.

Nosotros somos también relación con Dios y con los otros.

Creados por Dios Padre. Redimidos por Dios Hijo. Santificados por Dios Espíritu Santo.

Estaba un cura en el aeropuerto de Barajas esperando a embarcar en el avión y el hombre sentado a su lado empezó a dar sus opiniones sobre la religión. Se jactaba de que no aceptaba nada que no pudiera entender. Padre, le dijo, ¿qué es ese galimatías de tres dioses en un dios? No lo creo y nadie me lo ha podido explicar, por lo tanto nunca lo creeré.

Señalando al sol que se filtraba por la ventana, el cura le preguntó: ¿Cree usted en el sol? Por supuesto, respondió el incrédulo.

Muy bien, continuó el cura, los rayos que usted ve a través de la ventana vienen del sol que está a millones de kilómetros de aquí. El calor que sentimos procede también del sol y de sus rayos. Algo así pasa con la Trinidad. El sol es Dios Padre. El sol nos envía sus rayos, Dios Hijo. Del Padre y del Hijo procede el Espíritu Santo, el calor. ¿Puede explicar cómo ocurre eso?

El incrédulo cambió el rumbo de la conversación.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

Nosotros, que hemos recibido un Espíritu, no de esclavos para caer en el miedo, sino de hijos, dirijámonos a Dios con confianza y amor, a Él que nos permite llamarle «Abba, Padre». Digamos con fe:

PADRE, ESCUCHA LA ORACIÓN DE TUS HIJOS.

  1. Por la Iglesia, para que sea sacramento de unidad y de comunión vivida entre sus miembros y con toda la humanidad, a imagen de la comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Oremos.
  2. Por nuestro Santo Padre Francisco, para que sea siempre escuchado y acogido en su difícil y delicado ministerio, y pueda transmitir con entusiasmo, la belleza de nuestra Iglesia, pueblo unido por el amor divino. Oremos.
  3. Por la paz en el mundo entero, para que el Amor del Espíritu Santo guíe el camino de los pueblos destruidos por las guerras, ilumine a quienes ejercen el gobierno de las naciones y les inspire nuevas vías de diálogo, entendimiento y perdón. Oremos.
  4. Por los que que sufren los efectos de la desintegración familiar, por los huérfanos y las viudas, para que el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo les permita restablecer sus vidas, sanar heridas y poner su vista hacia el futuro, con fe y optimismo. Oremos.
  5. Por todos nosotros, para que aprendamos a vivir como una sola familia en el Dios Uno y Trino, creciendo en la recíproca responsabilidad y atención y siendo testimonio de la belleza de Dios. Oremos.

 

EXHORTACIÓN FINAL

Hoy te proclamamos, Dios-Padre, Dios-Hijo y Dios-Espíritu Santo, como el único Dios de vida frente a los múltiples ídolos muertos.

Bendito seas, Padre, que por Cristo y Espíritu nos haces hijos y nos admites en el círculo trinitario de tu amor y tu amistad.

Ahí radica nuestro gozo y esperanza, y la fuerza para el camino.

Concédenos experimentar y vivir nuestra adopción filial, viviendo según el Espíritu y venciendo las obras de la carne.

Para eso, líbranos de la tiranía de los ídolos de muerte: dinero, lujuria, soberbia, poder, cuerpo, belleza y placer, a los que rendimos culto exacto y vasallaje gustoso.

No queremos otro Dios que el de nuestro Señor Jesucristo. Amén

 

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS

Dios que es Uno y Trino llama a su pueblo a vivir en unidad. Ofrezcamos nuestros lazos de hermandad cristiana, con las ofrendas de pan y vino. Cantemos…